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Autor: Elena Vicente-Ruiz, secretaria general PPCS
Hoy en día vivimos en un auténtico quilombo político, parece que todo vale para mantenerse uno en el poder. Quién nos iba a decir hace pocos meses que una moción de censura, justificada en únicamente en «quítate tú para ponerme yo» iba hacer presidente a Pedro Sánchez, sin que tuviera el aval de las urnas y con el apoyo de radicales, rupturistas y golpistas. Y sin embargo ahí está, cumpliendo el sueño americano, okupando la Moncloa con unos caseros que amenazan echarlo en cualquier momento a no ser que cumpla con lo prometido. Más que realidad, a mi me suena a película de mafiosos.
Ahora, en una huida hacia delante, Sánchez se apoya en Podemos para simular un presupuesto, que más que una esperanza es una condena, porque trae lo que siempre trae la izquierda, aumento del gasto, aumento de impuestos, que recaen en los mismos de siempre, en los que generan empleo y riqueza en este país.
Ya no hablo solo de economía, hablo de mediocridad, de la que hace gala quien se lo han regalado y todo y de quien solo aspira al «todo incluido». Me imagino a Pedro y a Begoña hablando de lo que «entra en el menú de presidente». Y cuando uno piensa que está todo perdido, mira hacia otro lado y ve que otra forma de hacer las cosas es posible.
Javier Moliner ha conseguido que volvamos a creer en la política en mayúsculas, anteponiendo una provincia entera a la confrontación política, en un momento en que lo fácil era hacer eso. A hacer gala de la transparencia, el consenso y el diálogo frente al lío colectivo de lanzamiento de trastos. Nos ha mostrado un camino que no tiene vuelta atrás, que es el de amar un territorio y poner en valor todo lo que representa, su riqueza patrimonial, natural, histórica, y sobre todo creyendo en una gente que es capaz de hacerlo todo, de caerse y levantarse mil veces para superarse y para ser mejor día a día.
Nos pidió ambición personal para hacer de Castellón un lugar mejor para vivir, y para entregar una provincia, al final de la legislatura mejor de la que encontramos, para llevar a cabo proyectos para hacer de Castellón una provincia de la que sentiremos más orgullosos, podemos llegar más alto, más lejos, ser más grandes. Lejos del ruido hay más oportunidades, y Castellón se merece esta forma de gobernar, en la que caben todos, independientemente de tener o no mayoría absoluta.
Así, se han llevado políticas de la Diputación Provincial que nos llenan de orgullo, como Repoblem que lucha porque ninguno de nuestros pueblos cierre la persiana, o Castellón ruta del sabor, que va a contar con Martin Berasategui como embajador. Somos escenario deportivo y tierra de festivales, y ponemos en valor nuestra riqueza cultural a través de Territorio Templario. Somos grandes, pero para seguir siéndolo hay que creer en nosotros, necesitamos políticos como Moliner, que amen Castellón y que se atrevan a pensar a lo grande para ser grandes. Eso para mí es la política, no usar un helicóptero para ir a la boda del cuñado. Eso lo puede hacer cualquiera. Lo que no puede hacer cualquiera es generar orgullo de pertenencia, ilusionar, y lo más difícil, mirar algún día hacia atrás y pensar, lo hemos conseguido.
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