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Las cuentas de la lechera

Autor: Isabel Bonig Trigueros, Presidenta del Partido Popular de la Comunitat el Valenciana

El tripartito ha puesto con los Presupuestos de la Generalitat valenciana para el 2019 el colofón a una legislatura plagada de retrocesos sociales, económicos y de valores democráticos; son unas cuentas que vuelven a dañar los intereses de los valencianos y que, por inaplicables, son en sí mismas un fraude de ley.

Nadie puede entender que se consignen 2.600 millones de euros ficticios en la partida de ingresos (financiación, sanidad y dependencia fundamentalmente) porque es dinero que no va a llegar –como sucedió ya en los tres años anteriores–. ¿Qué supondrá?: recortes de inversiones y subida de impuestos. Esta última faceta lastra la actividad económica y el bienestar de los valencianos que han soportado una carga impositiva un 30% superior a la que dejó el PP en el año 2015. Los ciudadanos no les importan.

Los presupuestos son la piedra angular de las políticas de un Gobierno y el de Ximo Puig ha demostrado ser un campeón en gastos superfluos como sucede en personal --suben en 444 millones de euros para colocar a personas afines-- y otros 457 destinados a chiringuitos prescindibles que camuflan bajo los epígrafes de agencias, institutos o corporaciones.

La ineptitud demostrada por los dirigentes de PSPV, Compromís y Podemos es manifiesta si atendemos a que han disfrutado, gracias a las políticas del PP, de 3.036 millones de euros más por los menores gastos financieros y por los mayores ingresos derivados de la recuperación económica. Ni siquiera con ese gigantesco balón de oxígeno han conformado presupuestos sólidos ni los han ejecutado en su totalidad.

Hay 232.524 valencianos que seguirán soportando largas listas de espera en la sanidad pública porque baja la inversión en este área tan sensible, como también bajan las ayudas a la educación concertada, a las familias con menos recursos o a las universidades. La educación sigue siendo una asignatura pendiente para Ximo Puig y Mónica Oltra que tienen a 13.800 niños en barracones a los que, como al resto de la comunidad educativa, pretenden adentrar en la senda del pensamiento único.

Tampoco les preocupa solucionar la lacra del desempleo que es el principal quebradero de cabeza de las familias y por eso han bajado 10,5 millones de euros su aportación al Labora (antiguo Servef). Es descorazonador ver cómo se han perdido cuatro años para impulsar a la Comunitat al lugar que merece pero la única esperanza es saber que ya queda menos para que la irresponsabilidad, el desdén y la incapacidad abandonen el puesto de mando de las instituciones.

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