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Autor: Andrés Martínez Castellá, Alcalde de Peñíscola
Pensando en todo un poco, me viene a la mente una de las mayores contradicciones que practicamos desde los más diversos ámbitos y que tiene que ver con la aplicación del concepto de la ayuda.
Solemos pensar en el desfavorecido o el débil como beneficiario futurible de nuestros favores, sin embargo, si compartimos responsabilidades y asumimos las circunstancias del ajeno como propias, asumiremos con mayor efectividad la mejora.
Quién no ha oído decir a algún hombre “yo ayudo a mi mujer en casa” o, llevando el concepto a la familia grande que supone la administración pública para los ciudadanos, “vamos a ayudar al sector primario”.
Si entendemos e identificamos una necesidad, un fallo, una injusticia, no actuemos poniendo parches, cediendo lo que nos sobra o lo que creemos que basta... porque en ningún caso esa es la solución.
Todo esto me hace pensar en el caso concreto del papel de la administración pública y las ayudas a los sectores económicos que practica de forma habitual.
El sector primario referido es uno de los sectores con mayores dificultades, menor competitividad y es probablemente el sector con mayor número de ayudas por parte de todo tipo de instancias nacionales y supra-nacionales.
Sin la instaurada cultura de la subvención o de la ayuda, multitud de empresas del sector primario no sobrevivirían, pero, ¿es esto sostenible? ¿es realmente esta actuación una verdadera ayuda para el sector?
En estos días, el mundo agrícola en nuestras comarcas está viviendo sus días de fiesta. La festividad de Sant Antoni Abad nos hace recordar al resto de la sociedad que el sector primario existe, que está ahí, que nos alimenta, que nos abastece y nosotros lo solemos mirar de reojo, sin afrontar verdaderamente sus problemas aportando soluciones e incentivos que, de forma estructural, sienten las bases de un sector reconvertido, competitivo, sostenible y rentable para todos aquellos que se dedican a él.
Si de verdad sentimos que la tradición, el cuidado de las cosas auténticas, el valor de lo sencillo pero imprescindible y el respeto por las manos que trabajan la tierra son algo más que el anecdótico día de fiesta, vivamos estos próximos días con responsabilidad, generosidad, gratitud y respeto.
Desde estas líneas, mi compromiso con el sector, mi apoyo y mi colaboración agradecida por hacerme partícipe de su fiesta.
Porque nuestros labradores, necesitan que les recordemos todo el año, porque se merecen ser nuestros hermanos mayores y no nuestros hermanos pequeños, porque las columnas, invertidas, siempre hacen que la cúspide acabe por temblar.
A todos ellos, un abrazo fuerte y, este año, en especial a Juan Ramón Peña, Mayoral en esta Fiesta de Sant Antoni Abad de 2014, y a Jaime Roca, Mayoral de Honor.
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