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Autor: Rubén Ibáñez Bordonau. Diputado Corts Valencianes
El Gobierno del presidente --desaparecido-- Pedro Sánchez ha cogido a los socialistas valencianos con algo más que el pie cambiado. Lo peor no es quedarse sin relato, lo peor es servir de excusa para avalar exactamente lo contrario a lo que Puig había dicho en los últimos tres años. Hoy sabemos que tanto Puig, como la alcaldesa de Castellón, son meras excusas para que un presidente del Ejecutivo se desplace con medios oficiales a un concierto fuera de su agenda oficial. Ni Puig, ni Marco sacaron nada en claro de la visita del presidente Sánchez, más allá que eran el celofán que envolvía un concierto de The Killers en Benicàssim.
Nunca un president y una alcaldesa podían caer tan bajo al prestarse a ser utilizados por el jefe de un Gobierno que confunde lo público con lo privado y el ocio con los viajes oficiales. Puig es la excusa de Sánchez, y eso es un problema para los valencianos al ver su debilidad y su incapacidad para defender los intereses de la Comunitat y ser, únicamente, utilizado para encamarar la presencia en un concierto.
Lo malo es que no es la primera vez que el presidente Sánchez utiliza a Puig. Ya le negó hace meses la presencia en el Senado para que el jefe del Consell hablara de financiación con aquella frase de «no tiene mucho que contarnos». Hoy huye constantemente de las reclamaciones de un cambio de modelo de financiación con la excusa de «no hay mimbres para el cambio del modelo». Lo cierto es que Sánchez pasa olímpicamente de Puig, y eso es conocido en público y en privado. Su debilidad arrastra el futuro de la Comunitat, y eso es algo que no podemos consentir.
El president Puig se ha pasado tres años, que no son pocos, con el único relato de la necesidad de un cambio de modelo de financiación y, con ello, su guerra abierta contra el Gobierno de España. Se lo había jugado todo a esa carta. No existía gestión en el Consell, y se pretendía tapar con dos hechos: la corrupción anterior y la batalla contra el Gobierno central por ser del PP.
Ahora, Puig se ha encontrado con corrupción interna en su partido, dimisiones e imputaciones; y por otro lado, con un Gobierno de España que es del PSOE, y ante el que se ha quedado mudo y sin ritmo en las reclamaciones. Puig se ha quedado sin relato y empiezan a aflorar sus debilidades como líder y su ineficacia en la gestión, donde las deudas se amontonan, los impagos son diarios y las promesas son increíbles al segundo de pronunciarse.
El president Puig se ha quedado desnudo de literatura, debilitado en las formas y con una evidente limitación para gestionar. Puig hizo de los anuncios y su enemistad contra el gobierno de España del PP su forma de funcionar tres años, y ahora la decepción por los incumplimientos lo dejan tan en evidencia que no hay visita del presidente del Gobierno que tape semejante mala gestión y ridículo. Tres años después, la Comunitat ve cómo el Consell de Puig era un sueño que se ha convertido en una pesadilla, donde el relato son los impagos, las listas de espera o la subida de impuestos, y la gestión es el no fan res que continuamente nos demuestra Puig.
El Consell ha abandonado a su suerte a la Comunitat, sin pulso para reclamar al Gobierno y sin capacidad para gestionar los intereses de los valencianos.
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